martes, 11 de marzo de 2014

Agasajando a la mensaib.-


Aferrado a las muletas y con pasitos cortos, he seguido la semana pasada esa cosa de tanto relumbrón que han llamado Global Forum Spain, celebrado en Bilbao. O sea, algo que tiene que ver con la afamada Marca España, pero en inglés, para que en esos mundos se enteren de que existe esa marca y está en venta. Como suele ser habitual en esta bitácora cuando se trata de eventos políticos y similares, aquí se habla de ello a destiempo y a toro pasado. Y la verdad es que no hubiese dicho media palabra si no llego a ver la foto que ilustra esta entrada.

Eso de que nuestros políticos en el poder, en un estupendo ejercicio de autocomplacencia, se inventen una mini cumbre de Davos de andar por casa, no es asunto que sorprenda; es una de las muchas añagazas que emplean para convencer al personal (autóctono y foráneo) de que la economía española va viento en popa y que de la crisis económico-social no merece la pena ni acordarse. Ya lo dijo el Gran Timonel Mariano, que habíamos doblado el Cabo de las Tormentas y navegábamos a todo trapo hacia las Islas de las Especias.

La mensaib Christine Lagard, baranda del FMI, vino a decir algo parecido, pero en más prosaico: “España ha girado la esquina”, solo que, añadió, convenía apretar un poco más los machos a la marinería que brega con el velamen del hispano bergantín. Debe ser eso porque el barco (si nos atenemos al símil empleado por don Mariano), lleva aún mucho lastre, o porque esa vuelta a la esquina (según la más pedestre expresión de la mensaib del FMI) la estamos haciendo con demasiadas piedras en los bolsillos; estas piedras son la renta de trabajo, o sea, los sueldos que percibe el personal currante de Hispanistán. Ça va de soi, que diría la señora.

Comoquiera que sea, este jubilata se queda más en la anécdota que en la categoría. Es que eso del besamanos del ministro Guindos a doña Lagard le ha despertado a un servidor recuerdos de cuando aquellas películas de aventuras en la India colonial. Aquellas damas victorianas de tanto empaque, servidas por criados indios reverenciosos que doblaban el lomo y decían “Yes, mensaib”, es la imagen que primero le viene a uno a la cabeza. 

Y, puestos a imaginar paralelismos, uno imagina la caterva de saibs y mensaibs del FMI, BM, BCE y otras instituciones transnacionales que colonizan los recursos de nuestro país; uno piensa en los cipayos indígenas que les sirven de tropas de choque contra la población autóctona; en los grandes hacendados (banqueros, multinacionales, especuladores de lo ajeno) que controlan la producción de riquezas del país colonizado…, y descubre que la película tiene el guion trucado.

Pero, eso, ya casi a un servidor no le sorprende, a fuerza de sabido. El guionista escribe la trama a gusto del productor, que es quien pone los dineros, los saibs controlan el sistema de producción colonial, los gobiernos hacen de cipayos y la plebe se limita a interpretar a la fuerza el papel de extras cuando el guion así lo exige. Lo que aún no sabemos es si aparecerá un Mahatma Gandhi, individual o colectivo, que no esté de acuerdo con la parte contratante de la primera parte y rompa los papeles del reparto.

Mientras, este jubilata, convencido que el gato tiene tres pies, sabe que las fotos de los eventos políticos no son inocentes;  reflejan la realidad que nos quieren transmitir a su conveniencia, pero, fuera de las manipulaciones interesadas, tienen el valor de símbolo. Y ese ministro que rinde pleitesía a la presidenta del FMI simboliza el sometimiento de nuestros gobernantes a una institución no elegida democráticamente por los ciudadanos.

Claro que habrá quien opine que el besamanos del ministro no es el del sirviente reverenciando a la mensaib, sino un gesto caballeresco muy hispano. Pero, si algo tiene de carácter hispano la escena, convénzase el improbable lector de que ésta es totalmente quevedesca: Madre, yo al oro me humillo…

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